El portal web Emprendedores comparte cinco señales para detectar a un estafador.
“Inmediatez y venta de humo.
Gran parte de su éxito radica en la tendencia tan humana de la ley del mínimo esfuerzo y las ganancias rápidas, de manera que prometen cosas “casi ilógicas, que te invitan a soñar buscando atajos muy rápidos, casi milagrosos, con la contrapartida de tener que tomar la decisión de forma inmediata, sin tiempo para grandes reflexiones”, explica Peñalver. “Pretenden no dejar espacio para pensar o analizar de manera que, llevando la iniciativa, puedan atraer la atención de las partes a sus zonas de confort”, corrobora Enric Vilamajó, socio de Grupo winterman.
Duros a cuatro pesetas.
Hay que tener mucho cuidado con esas inversiones que ofrecen más de lo normal o más rápido de lo habitual, porque suelen ser falsas. Algo en lo que coincide Tomás Álvarez, director de Instituto de Psicología Empresarial: “No podemos fiarnos de los bajos precios como criterio de decisión, sobre todo si no se trata de productos conocidos, sino de trabajos a realizar”.
Encantadores de serpientes.
Estos personajes apelan al “te doy mi palabra” para evitar firmar contratos. “Tienen el don de la seducción y son tremendamente embaucadores, hablan con decisión y saltan de un tema a otro sin dejarte preguntar ni meter baza. Son un poco como encantadores de serpientes”, continúa Peñalver.
Contactos no demostrables.
“Suelen recurrir a contactos muy altos y siempre difícilmente contrastables: la Casa Real, el CNI, altas instancias internacionales… Son referencias a las que la mayoría de las personas no puede acudir para contrastar”, subraya Arias. A menudo, también apelan a filtraciones, informaciones privilegiadas… para suscitar interés.
Tierra quemada.
“El pasado del vendehumos es muy cambiante y desconocido. No aguanta mucho en las empresas ni en las zonas donde ejerce, tiene un poco de política de tierra quemada, con lo cual va cambiando de entorno, aparecen de repente, engañan y se van”, señala Ovidio, Peñalver, de Isavia Consultores. Otro detalle para sospechar es, como recuerda Enric Vilamajó, socio de Grupo winterman, “que no dan información básica de su vida privada y, si la dan, es ambigua”.
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